Yoes

Para que el estudio de los yoes sea esclarecedor son necesarias dos actitudes: aceptar su multiplicidad y aceptar su mecanicidad. Los yoes en el hombre son como una caja de muñecos de cuerda, unos vestidos de una manera, otros de otra, unos agradables, otros desagradables, unos listos, otros estúpidos. Los muñecos no tienen voluntad. Su cuerda es activada por las circunstancias. Bajo ciertas condiciones, uno de los muñecos abandona la caja, desempeña su papel y después de un lapso regresa a la inactividad. En el tercer estado de conciencia (la “vigilia”) todos los muñecos se llaman a sí mismos “yo”, pero para el Observador, quien se hace cargo desde el Centro Magnético cuando el trabajo interno ha empezado, son únicamente títeres.

R. S. de Ropp, El juego supremo – El sendero de la conciencia superior

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